domingo, 12 de noviembre de 2017

Futuro y sentido común

La celebración del Congreso Iberoamericano de Ergonomía permitió que el doctor Rafael Grossman (@ZGJR) ofreciese una charla en Avilés. Grossman es mundialmente famoso por ser el primer cirujano en utilizar las Google Glass en una operación, en su caso para enseñar la cirugía a pacientes.
La rueda de prensa con él fue uno de esos lujos que, con frecuencia, te regala esta profesión. Derrochó ilusión por el futuro, pasión por la medicina y el sentido común de quien conoce el día a día de su profesión. Lo dicho, un placer escucharlo.

El doctor Rafael Grossmann durante su intervención en el Congreso de Ergonomía. Foto: Marieta


Una encendida defensa de las nuevas tecnologías para mejorar la comunicación y su potencial para compartir conocimientos fue el mensaje central del doctor Rafael Grossmann, el primer cirujano en usar Google Glass durante una operación. Su intervención clausuró ayer el Congreso Iberoamericano de Ergonomía que se ha venido celebrando en el Centro Cultural Internacional Oscar Niemeyer de Avilés bajo la organización de la Asociación Española de Ergonomía.
En el caso de Grossmann, la finalidad era meramente didáctica: facilitar que los estudiantes viesen la intervención. Pero después de comentar su experiencia en su bitácora, un amigo publicó un artículo de Forbes que, rápidamente, alcanzaba los 51.000 impactos con la vitola de ser el primer cirujano en introducir esa tecnología en un quirófano, comentó ayer antes de la charla de clausura del congreso.
Desde entonces, el crecimiento de esta opción ha sido exponencial. «A mí me siguieron unos pocos estudiantes. Cuando lo hizo el doctor Shafi Ahmed, lo vieron 14.000», explicó. También se han producido experiencias en los que los cirujanos indican a otros médicos como intervenir.

«La barrera cultural»

Para Grossman, la gran ventaja de las nuevas tecnologías es favorecer la comunicación, el intercambio de conocimiento entre personas, la constitución de una comunidad basada en compartir el saber.
Reconoce que «de las tres barreras que existen para la implantación, la más importante es la cultural». El primer obstáculo es el coste, si bien este cambia de manera constante. Además, aconsejó que no se adquieran los equipos por sí, sino en función de las necesidades de cada servicio o centro. «Igual no necesita una inversión de millones, sino con mucho menos dinero logra lo que necesita», comentó.
No obstante, recordó la capacidad arrolladora que las nuevas tecnologías pueden adquirir. «Hace diez años apenas se habían extendido los teléfonos inteligentes y hoy no nos imaginamos la vida sin ellos», aseveró.
El segundo obstáculo es la regulación legal. «Diferente en cada país. En algunos estados no existe ningún tipo de normativa y otros es muy fuerte, como sucede en Estados Unidos. Para la primera operación, tuvimos que pedir autorización al paciente», recordó Grossman.
De ahí que la gran batalla sea el cambio cultural, donde el médico venezolano apuntó a la necesidad del diálogo constante para vencer resistencias. En ese sentido, se llegó a presentar como un «evangelizador» de las nuevas tecnologías.
Grossmann apuntó las posibilidades de nuevos desarrollos de la mano de la realidad virtual y la inteligencia artificial, que siempre convivirán con las técnicas tradicionales. Citó el ejemplo del potencial de la realidad virtual para analizar diferentes posibilidades en intervenciones donde apenas exista margen para el error o para informar a los pacientes.
También indicó otros usos, como la posibilidad de utilizar la tecnología para completar datos del historial médico, bien automáticamente o por un ayudante, «de manera que el médico disponga de más tiempo para el paciente». Así, el avance técnico apoyaría un factor clave en la medicina como es la relación médico-paciente. «La tecnología mejora el sistema de salud. Incluso para el paciente. Imagínese una persona con arritmias, puede recibir en tiempo real información sobre su corazón», aseveró.
Ello no impidió que reclamase una utilización «con sentido». Así, recordó el caso de un médico estadounidense con una gran experiencia en la aplicación de la realidad virtual para tratar enfermos.
«A una paciente terminal, le planteó la posibilidad de usar la realidad virtual para imaginarse en un paisaje paradisíaco, pero ella le respondió que se estaba muriendo y que, lo que quería era estar en su casa, en su habitación», comentó.
Artículo publicado en La Voz de Avilés-El Comercio el 12 de noviembre de 2017

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