lunes, 13 de noviembre de 2017

Las otras caras de la sanidad

Cuando comencé a informar sobre Sanidad, allá por el año 1996 (no estoy seguro de la fecha) reducía el campo a los médicos y, como secundarias, a las enfermeras. El trato diario con la realidad sanitaria me demostró, rápidamente, mi error. Son muchos los oficios de la sanidad y todos influyen en la calidad del servicio, en su desarrollo, en su sostenibilidad, en su eficiencia.
Así que, de vez en cuando, hay que acercarse a las otras caras de la sanidad. Como las trabajadoras sociales sanitarias. 


Blanca Cuartas García y Alicia Fernández Villar, dos de las trabajadoras sociales sanitarias.
 Foto: Marieta

La asistencia sanitaria en Asturias está viviendo estos años una transición hacia un nuevo modelo en el que resulta tan importante la atención integral a la persona como la curación de las diferentes patologías. Aunque el objetivo sea la recuperación de los enfermos, la forma de atacar a la enfermedad no es exclusivamente medicalizada. El paciente, amparado por cambios legales, cobra más protagonismo, se empodera y adquieren tanta importancia las herramientas preventivas como la formación del paciente y una visión integral del proceso sanitario.
Este nuevo modelo de asistencia implica un cambio en el rol de las trabajadoras sociales sanitarias, cuya actividad no para de crecer. En la actualidad, cerca el 10% de los pacientes hospitalizados en el Hospital Universitario San Agustín son atendidos por las trabajadoras sociales, siendo la mayor demanda la de Medicina Interna, Neurología, Traumatología y Urgencias.
El envejecimiento de la población y la discapacidad son factores que incrementan la necesidad de estas profesionales, que, a lo largo del año, vienen a realizar en la comarca sanitaria avilesina unas 13.000 entrevistas, de las que siete mil son el primer contacto y el resto implican en seguimiento de la persona.
Sin embargo, este actividad cada vez mayor no evita que las trabajadoras sociales sean una de las grandes desconocidas en la asistencia sanitaria, son una parte de los equipos de trabajo que aún permanecen ocultos para muchos profesionales y, sobre todo, para los ciudadanos.
«No somos unas tramitadoras de recursos, ni las personas que se encargan de buscar una residencia», defienden Blanca Cuartas García, trabajadora social en Atención Primaria, y Alicia Fernández Villa, trabajadora social en Salud Mental Infantil, y que explican a este diario la realidad del trabajo social sanitario.
Y es que su objetivo «es abordar el malestar psicosocial de la persona. Para poder hacerlo, lo primero es poder acercarse a ella, conocer su situación y su realidad», comentan.
Aunque existen importantes diferencias entre la Atención Primaria, la especializada u hospitalaria y la ofrecida en Salud Mental, la trabajadora social interviene cuando se detecta una situación de riesgo, social generalmente desde los profesionales, si bien en Primaria puede surgir desde los ciudadanos.

«No existen pastillas»

La valoración social es la herramienta de estas trabajadoras para buscar una solución a los problemas detectados, siempre coordinándose con el equipo asistencial en el que se integran. «No disponemos de ninguna pastilla contra el malestar psico-social, sólo podemos solucionar esos problemas con el trabajo social, aunque requiere tiempo», explica Blanca Cuartas.
Durante la valoración, existen claves que respetan todas las trabajadoras sociales, como son la total confidencialidad y el máximo respeto a los pacientes. «Si algún familiar nos pregunta, antes de hablar con ellos solicitamos autorización al paciente. Y nunca desvelamos nada de él», afirma Alicia Fernández.
En la actualidad, las trabajadores sociales disponen de diferentes herramientas, como la escala Gijón para analizar la situación del anciano, o la escala de Zarit para medir la sobrecarga del cuidador. «Con la valoración llegamos al diagnóstico, por el que conocemos las causas de la situación, su tendencia y ofrecemos unas posibles medidas, pero la decisión es de la persona», comentan Cuartas y Fernández como una forma general de actuar donde la herramienta fundamental es el diálogo.
Este sistema de trabajo se puede alterar en situaciones complejas, como se dan en la infancia o la discapacidad, aunque no disponen de otra opción ya que «nosotras no contamos con recursos tangibles que ofrecer, aunque exista una coordinación sociosanitaria con los ayuntamientos y el Principado», aseveran.
En este camino, el diálogo con el paciente es fundamental. «En Primaria, una primera entrevista nunca baja de media hora y lo normal es ir a los tres cuartos de hora», ejemplifica Blanca Cuartas.
«En otras ocasiones, nuestro papel es asesorar a la persona ante el laberinto asistencial con el que puede encontrar y ayudar a personalizarlo», señalan. Con todo, lo más complejo no es llegar a la solución, sino lo que sucede después. «A veces no hay alternativas y toca acompañarlos, escucharles, esperar, estar siempre con la puerta abierta. No es fácil. Con frecuencia se reclaman soluciones indoloras, pero no hay», comenta Alicia Fernández.
Como parte de los equipos, su presencia es habitual en ámbitos como los consejos de salud, donde lo social es tan importante como lo sanitario.
Su capacidad de entender ambas realidades las convierten en un elemento fundamental en la gestión diaria de la nueva asistencia sanitaria. No en vano, como recuerda Alicia Fernández Villar, trabajadora social en Salud Mental Infantil, «en su origen, a principios del siglo XX, el trabajo social se encuentra muy vinculado a la asistencia sanitaria, ya que aparece la percepción de que el diagnóstico clínico quedaba a medias si no se tiene en cuenta las circunstancias sociales y personales».
Con todo, en España el desarrollo del trabajo social en el ámbito sanitario es relativamente reciente y sólo será a partir de los años 70 del pasado siglo cuando se aborden los primeros cambios legislativos consolidados con la Ley General de Sanidad de 1986. Cuatro años después se produce la primera incorporación de una trabajadora social al Hospital Universitario San Agustín.
El Hospital Avilés contrata en 1994 a su primera trabajadora social y, en el año 2000, el Hospital San Agustín incorpora su segunda trabajadora social. Actualmente, en Avilés existen diez trabajadoras sociales sanitarias. Además de ambos hospitales, Salud Mental y Atención Primaria disponen de estas profesionales cuyo número tendrá a incrementarse en los próximos años. Y es que, por ejemplo, en Primaria una misma trabajadora atiende en la actualidad dos centros diferentes, con la dificultad  que eso implica para coordinarse con los equipos sanitarios. De ahí que sea lógico pensar que su número aumentará. Más aún cuando el pasado año, el Principado de Asturias aprobaba el decreto de Atención Sociosanitaria que sienta las bases para la coordinación entre departamentos y crea una estructura legal acorde con la realidad del trabajo social sanitario.


Artículo publicado en La Voz de Avilés-El Comercio el 13 de noviembre de 2017.

domingo, 12 de noviembre de 2017

Futuro y sentido común

La celebración del Congreso Iberoamericano de Ergonomía permitió que el doctor Rafael Grossman (@ZGJR) ofreciese una charla en Avilés. Grossman es mundialmente famoso por ser el primer cirujano en utilizar las Google Glass en una operación, en su caso para enseñar la cirugía a pacientes.
La rueda de prensa con él fue uno de esos lujos que, con frecuencia, te regala esta profesión. Derrochó ilusión por el futuro, pasión por la medicina y el sentido común de quien conoce el día a día de su profesión. Lo dicho, un placer escucharlo.

El doctor Rafael Grossmann durante su intervención en el Congreso de Ergonomía. Foto: Marieta


Una encendida defensa de las nuevas tecnologías para mejorar la comunicación y su potencial para compartir conocimientos fue el mensaje central del doctor Rafael Grossmann, el primer cirujano en usar Google Glass durante una operación. Su intervención clausuró ayer el Congreso Iberoamericano de Ergonomía que se ha venido celebrando en el Centro Cultural Internacional Oscar Niemeyer de Avilés bajo la organización de la Asociación Española de Ergonomía.
En el caso de Grossmann, la finalidad era meramente didáctica: facilitar que los estudiantes viesen la intervención. Pero después de comentar su experiencia en su bitácora, un amigo publicó un artículo de Forbes que, rápidamente, alcanzaba los 51.000 impactos con la vitola de ser el primer cirujano en introducir esa tecnología en un quirófano, comentó ayer antes de la charla de clausura del congreso.
Desde entonces, el crecimiento de esta opción ha sido exponencial. «A mí me siguieron unos pocos estudiantes. Cuando lo hizo el doctor Shafi Ahmed, lo vieron 14.000», explicó. También se han producido experiencias en los que los cirujanos indican a otros médicos como intervenir.

«La barrera cultural»

Para Grossman, la gran ventaja de las nuevas tecnologías es favorecer la comunicación, el intercambio de conocimiento entre personas, la constitución de una comunidad basada en compartir el saber.
Reconoce que «de las tres barreras que existen para la implantación, la más importante es la cultural». El primer obstáculo es el coste, si bien este cambia de manera constante. Además, aconsejó que no se adquieran los equipos por sí, sino en función de las necesidades de cada servicio o centro. «Igual no necesita una inversión de millones, sino con mucho menos dinero logra lo que necesita», comentó.
No obstante, recordó la capacidad arrolladora que las nuevas tecnologías pueden adquirir. «Hace diez años apenas se habían extendido los teléfonos inteligentes y hoy no nos imaginamos la vida sin ellos», aseveró.
El segundo obstáculo es la regulación legal. «Diferente en cada país. En algunos estados no existe ningún tipo de normativa y otros es muy fuerte, como sucede en Estados Unidos. Para la primera operación, tuvimos que pedir autorización al paciente», recordó Grossman.
De ahí que la gran batalla sea el cambio cultural, donde el médico venezolano apuntó a la necesidad del diálogo constante para vencer resistencias. En ese sentido, se llegó a presentar como un «evangelizador» de las nuevas tecnologías.
Grossmann apuntó las posibilidades de nuevos desarrollos de la mano de la realidad virtual y la inteligencia artificial, que siempre convivirán con las técnicas tradicionales. Citó el ejemplo del potencial de la realidad virtual para analizar diferentes posibilidades en intervenciones donde apenas exista margen para el error o para informar a los pacientes.
También indicó otros usos, como la posibilidad de utilizar la tecnología para completar datos del historial médico, bien automáticamente o por un ayudante, «de manera que el médico disponga de más tiempo para el paciente». Así, el avance técnico apoyaría un factor clave en la medicina como es la relación médico-paciente. «La tecnología mejora el sistema de salud. Incluso para el paciente. Imagínese una persona con arritmias, puede recibir en tiempo real información sobre su corazón», aseveró.
Ello no impidió que reclamase una utilización «con sentido». Así, recordó el caso de un médico estadounidense con una gran experiencia en la aplicación de la realidad virtual para tratar enfermos.
«A una paciente terminal, le planteó la posibilidad de usar la realidad virtual para imaginarse en un paisaje paradisíaco, pero ella le respondió que se estaba muriendo y que, lo que quería era estar en su casa, en su habitación», comentó.
Artículo publicado en La Voz de Avilés-El Comercio el 12 de noviembre de 2017

jueves, 9 de noviembre de 2017

A la vanguardia tecnológica

En su momento me parecieron mezquinas las críticas a la donación de Amancio Ortega a la sanidad pública. Gracias a su altruismo, el esfuerzo de modernización tecnológica que se realiza de manera constante en la sanidad española avanzó unos cuantos años. En Avilés, ya sabemos lo que representa una donación que no altera la sostenibilidad ni eficiencia del sistema, tan sólo contribuye a mejorarlo. 

El director del hospital, Víctor Blanco, presentó el nuevo mamógrafo acompañado de Belén Susín, jefa del servicio de Radiología. Foto: Marieta


El Hospital Universitario San Agustín (HUSA) renueva su mamógrafo por todo lo alto. Y es el que el viejo equipo con veinte años de antigüedad ha sido sustituido por la tecnología más avanzada del mercado que ayer tuvo su puesta de largo. El salto tecnológico permitirá que los profesionales pasen de utilizar la mamografía convencional en dos dimensiones a trabajar con tecnología en 3D. Las ventajas para las pacientes son numerosas. Por una parte, una menor exposición a la radiación, al tiempo que una mayor definición en la imagen. De la misma manera, se reduce en un 40% las exploraciones posteriores.
Así, los nuevos equipos demuestran ser hasta un 41% más eficaces a la hora de detectar posibles lesiones pre-cancerosas, avanzando en la detección precoz de los tumores, donde el tratamiento es más sencillo y el diagnóstico más favorable para la mujer.
El nuevo mamógrafo también está dotado con un sistema de esteroataxia digital que permite realizar procedimientos intervencionistas con gran precisión y rapidez. Otra ventaja es el sillón hidráulico reclinable que incorpora, con el que se mejora el confort de la paciente. Los antiguos mamógrafos eran, como mínimo, incómodos para las mujeres, cuando no dolorosos por la situación en la se ponían la mama para la exploración. Todas esas molestias desaparecen con el nuevo equipo.
El mamógrafo existente en el Hospital Universitario San Agustín se había quedado obsoleto, además de sufrir diferentes averías reiteradamente. De hecho, a principios de año se alquiló un equipo para evitar paralizar la actividad a la espera de que llegase el nuevo equipo y pudiera comenzar a funcionar.

Mejores diagnósticos

El mamógrafo del HUSA mejorará el seguimiento de las mujeres con cáncer de mama y los diagnósticos que se realizan en el centro sanitario. En el área sanitaria de Avilés, el cribado para la detección precoz del cáncer de mama se realiza en el Hospital Avilés, que también dispone de equipos digitales y avanzados tecnológicamente.
Estas pruebas se realizan a las mujeres mayores de cincuenta años de manera bienal. El plan de cribado detecta entre 150 y 170 casos nuevos anuales en toda Asturias, lo que se traduce en tres supuestos cada 1.000 mujeres. Un 70 por ciento de los casos no presenta afectación a los ganglios, entre un 30 y un 40 por ciento de los tumores son menores de 10 milímetros y entre un 60 y un 70 por ciento se diagnostica en fases tempranas, con lo que el tratamiento es mucho más sencillo.
La participación en el programa ha reducido la tasa de mortalidad del cáncer de mama, siendo, en la actualidad, superado por otros tumores como los colorrectales.

Artículo publicado en La Voz de Avilés-El Comercio el nueve de noviembre de 2017.

lunes, 6 de noviembre de 2017

Otra victoria contra el cáncer

La lucha contra el cáncer es una parte de la historia de la humanidad repleta de logros. La investigación ha ido acotando sus múltiples variedades y hoy en día tenemos manifestaciones que se han convertido en procesos crónicos junto con otras que mantienen su letalidad. La prevención es, sin duda, una de las grandes herramientas para derrotarla y, por eso, es fundamental concienciar sobre programas como el cribado contra el cáncer colorrectal. 


Lidia Clara Rodríguez, directora de Asistencia Sanitaria en el Área Sanitaria III, y Juan Rubio, técnico de Salud Pública. Foto: Patricia Bregón.

El cáncer colorrectal es un tumor maligno, con capacidad de extenderse por el cuerpo y que sufren una de cada veinte personas a lo largo de su vida. En sus fases iniciales se puede llegar a curar, pero es asintomático. Sólo muestra su existencia en los estadios más avanzados, a veces incluso sin tiempo para reaccionar. De ahí la importancia del programa para su detección precoz y que se aplica en Avilés de manera pionera en Asturias.
En enero de 2015 comenzó una prueba piloto en los centros de salud de Cudillero y Castrillón, recuerda Lidia Clara Rodríguez, directora de Asistencia Sanitaria en el Área de Salud III, y, en octubre de 2016 se extendió a toda la comarca. Las investigaciones previas indican que este tipo de campaña puede llegar a reducir entre un 15 y un 33% el número de fallecimientos por tumores colorrectales, destaca Juan Rubio, técnico de Salud Pública en el Área Sanitaria III.
El programa de detección precoz se dirige a toda la población entre los 50 y 69 años. En la comarca, es un conjunto de 44.126 personas. Se basa en el test de detección de sangre en heces. «Es una prueba inocua, fácil de realizar», destaca la directora de Asistencia Sanitaria. La organización del cribado se ha distribuido para que, en dos años, toda la población participe. Así, hasta este octubre han sido invitadas 24.756 personas, el 56% de la población diana. De esta manera, al terminar 2018 toda la población habrá podido realizar la prueba.
«Es necesario hacer una planificación para evitar que el sistema se colapse. No se puede perder la capacidad de respuesta», explica Juan Rubio. Hasta el momento, la participación ha alcanzado el cuarenta por ciento, unas 9.903 personas, una cifra que va incrementándose en esta primera oleada. Las mujeres acuden más que los hombres al cribado. El 7,5% de las pruebas realizadas ha dado positivo.
Su incidencia varía en función del sexo. Es más frecuente en los varones que en las mujeres, si bien en ellas es el tumor más letal, superando al más frecuente, el de mama. «Las campañas de detección precoz del cáncer de mama han contribuido a reducir su mortalidad de manera muy importante», recuerdan Rodríguez y Rubio. En la actualidad, cada año fallecen 375 asturianos por un tumor en el colon, del que se realizan 689 diagnósticos nuevos al año. La tendencia es que se incremente el número de casos.
El desarrollo del programa es sencillo. En el primer año (2017), se ha convocado a todos los nacidos en años pares y, en el segundo (2018), se invitará a los nacidos en los impares. Esta dinámica se mantendrá en el futuro, añadiendo a las personas que ya han participado las nuevas incorporaciones al colectivo que se beneficia del programa.
Una de las preocupaciones en el diseño de esta prueba ha sido reducir al máximo las molestias, tanto a profesionales como a los usuarios. A lo largo del mes de su cumpleaños, cada participante recibirá una carta en su domicilio invitándole a realizar el cribado. El siguiente paso es la cita con la enfermera que le corresponde en el centro de salud o en el consultorio de atención Primaria. Allí le entregará el kit para la prueba y las explicaciones necesarias. El personal de enfermería también resolverá todas las dudas que puedan surgir sobre su realización.

Sencillo

El test de sangre oculta en heces es de una gran sencillez. Se realiza en el domicilio de cada persona. En la actualidad, el bote de recogida se entrega en una funda de plástico hermética que la persona realiza antes de recoger las muestras. Estas se depositarán en un pequeño tubo. Al desenroscarlo, se separa el tapón con un pequeño bastoncillo, que se deberá introducir en diferentes lugares. Posteriormente, se guarda en el bote, se cierra y se lleva lo más rápido posible al centro de salud. A partir de ahí, sólo queda esperar el resultado.
Si sale negativo, que es lo más frecuente, la persona recibirá una carta en su domicilio con el resultado. Deberá esperar otros dos años para volver a realizar la prueba, manteniéndose el ritmo hasta que cumpla los 69 años.
«A partir de esa edad, es mucho más difícil que se desarrolle un cáncer. Está establecido que, cuando una colonoscopia por un posible cáncer colorrectal es negativa no se hace otra en un plazo de diez años. Hablamos de población que ha realizado varios test en los años previos y no hay indicios», explica Juan Rubio.
En el caso de que el resultado sea positivo, será informado por su médico o enfermería de familia. Hasta la fecha, se ha registrado un 7,5 por ciento de positivos en la comarca, lo que representa 743 personas. «El porcentaje es el esperado según los estudios existentes», comenta Juan Rubio.
El positivo motivará la posibilidad de realizar una colonoscopia en el Hospital Universitario San Agustín para analizar detalladamente el aparato colorrectal. «El positivo no significa que la persona tenga cáncer de manera automática», destaca Lidia Clara Rodríguez.
De hecho, entre el 58 y el 60% de las pruebas realizadas terminaron sin hallazgos vinculados al cáncer. «La presencia de la sangre se puede deber a un sangrado puntual, también hay falsos positivos», explica.
En el resto de las exploraciones se encontraron desde lesiones pre-cancerosas a cánceres. De hecho, se han detectado veintiocho tumores colorrectales desde la primera experiencia piloto en los centros de salud de Cudillero y Castrillón. «Es muy importante porque se pudo comenzar el tratamiento en la fase inicial, mucho más sencillo para el paciente», destaca Rubio.
Además, en 228 personas se detectaron adenomas o pólipos. «Son lesiones pre-cancerosas. En función de los hallazgos, tanto su número como su distribución, se fija el riesgo de la persona y se hace un seguimiento», asegura Rubio. En función del caso, durante la misma colonoscopia se extirpa el pólipo, con lo que se evita la evolución hasta convertirse en un cáncer y se mantiene a la persona en un seguimiento adecuado.
El caso es que este es el único método para tratar de frenar al cáncer colorrectal. «Es el segundo tumor más frecuente. Y, en las mujeres, el de mayor letalidad», subraya Juan Rubio. No hay que olvidar que aún se desconocen sus causas, si bien se aconsejan hábitos como aumentar el consumo de frutas y verduras, evitar la obesidad y hacer ejercicio de manera regular como medidas de prevención.
Artículo publicado en La Voz de Avilés-El Comercio el 30 de octubre de 2017.