martes, 23 de mayo de 2017

El comienzo del cambio

La teoría del caos señala que el aleteo de una mariposa en una parte del planeta puede provocar un huracán en la otra, aunque nunca se haya documentado la capacidad del lepidóptero. Sin embargo, la enfermera Sonia Pastor Montero, ha demostrado que el nacimiento de un bebé muerto no sólo es una tragedia para su familia. También puede representar un punto de cambio para un hospital. Ella lo vivió en el Hospital de Montilla, Córdoba, donde trabaja como enfermera pediátrica, con una investigación que le concedió uno de los primeros doctorados en Enfermería de España. Hablamos con ella en Avilés.

Foto: Marieta

-¿Cómo surge la investigación?
-En la práctica clínica, algunas veces nos tenemos que enfrentar a la muerte intraútero a término. Sucede pocas veces, es rara, pero cuando nos enfrentamos a ella es un momento muy duro. Como profesional ,y también como madre, me pregunté sobre esa mamá: cómo vive la pérdida de su hijo, el parto, su duelo y si los profesionales respondemos adecuadamente a esas situaciones.
-¿Y la respuesta?
-Se organizó en dos proyectos de investigación financiados por la consejería de Salud de la Junta de Andalucía. Su desarrollo fueron la base de mi tesis doctoral. Alcanzamos diferentes conclusiones. Para los padres, la pérdida de ese bebé es la pérdida de un hijo real y demandan una mejor respuesta ante esa situación. Los profesionales se quejaban por la falta de recursos.
-¿Existe tanta preocupación por la curación que nos olvidamos de la muerte?
-No sé si es eso. En el área Materno-Infantil todo se enfoca a que el bebé vendrá sano y vivo. Este tipo de eventos no son habituales.
-¿La investigación ofreció resultados prácticos?
-Sí. En el Hospital de Montilla aplicamos varias propuestas para mejorar nuestra calidad asistencial. Los profesionales analizamos la pérdida perinatal para reflexionar sobre lo que ocurría y trazar estrategias. De esa manera se elaboró un manual de buenas prácticas. También se consultó con las familias.
-¿Puede poner algún ejemplo?
-Se creó el cuarto de la despedida para que los padres y el resto de la familia, incluso los hermanos, pudieran despedirse del bebé. Están el tiempo que necesiten, sin límites. También pueden disponer del cuerpo del bebé con independencia de la semana de gestación. Otra idea fue facilitar que elaborasen recuerdos: desde tomar fotos a hacer huellas de sus pies, de las manos, incluso guardar un mechón del pelo si lo quieren.
-¿Y para los profesionales?
-Cuando una mamá se encuentra en esa situación, en su identificación aparece dibujada una mariposa. Toda la plantilla sabe que se encuentran ante una pérdida y, de esa manera, pueden actuar en consecuencia, sabiendo el momento que atraviesan. Date cuenta que en Maternidad lo habitual es que los profesionales entren en la habitación animando a la mujer, preguntando por la alegría de la casa. Y si lo que se trata es de una pérdida perinatal no es lo más adecuado y le puede generar más dolor.
-Su experiencia afectó a la Maternidad del Hospital, ¿pero repercutió en otros servicios?
-Sí. En la Unidad de Cuidados Intensivos para Adultos se adaptaron algunas ideas. Así se empezó a poner una señal especial en las identificaciones de los casos más graves para que todo el equipo conociese la situación en la que se encontraba y evitar errores en el trato con el paciente y la familia. En todo el hospital se notaron cambios.
-¿La dirección apoyó el proyecto?
-Totalmente. La dirección de Enfermería fue un estímulo para el proyecto. Poder elaborar un protocolo e implantarlo nos dio visibilidad ante el hospital. Incluso yo estuve un mes liberada de mis funciones asistenciales para poder elaborar el protocolo. El respaldo fue total.

Publicado en La Voz de Avilés el 20 de mayo de 2017.

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